Cooperativas, periodismo y libertad de expresión en España
En los últimos años, las empresas de comunicación han hecho muchos recortes en España, y muchos periodistas han perdido su trabajo. Además, los jóvenes periodistas que acaban de terminar la carrera o que no encuentran empleo en su profesión acaban haciendo trabajos autónomos muy mal pagados. De hecho, algunos se encuentran haciendo prácticas no remuneradas en grandes empresas. Sin embargo, algunos periodistas han encontrado una solución a este problema trabajando juntos en cooperativas.
“Esta profesión ha perdido valor. Hay muchos periodistas que trabajan como freelance por unos céntimos, e incluso los periodistas que van a la guerra a veces son sólo freelances que arriesgan su vida en nombre de la profesión, sin seguro y sin protección”, dice Pere Rusiñol, ex director asociado de Diario Público, un periódico impreso de gran tirada que ha cerrado sus puertas.
Propiedad del magnate de los medios de comunicación Jaume Roures, Público se declaró en quiebra y despidió al 85% de la plantilla. Pero el propio Roures recompró la empresa (la compañía sigue viva y hoy sólo publica noticias digitales). Algunos de los periodistas de Público han empezado a trabajar en una nueva cooperativa de medios. Rusiñol creó Alternativas Económicas, la versión española de la conocida revista mensual francesa Alternatives Economiques, junto con otros periodistas, principalmente de El País (que también ha perdido muchos puestos de trabajo).
Ambas empresas comparten contenidos y, aunque la cooperativa española es pequeña y tiene mucho camino por recorrer antes de alcanzar la solidez financiera, los ocho cooperativistas confían en sí mismos. Cuentan con el apoyo de 60 socios corporativos que aportaron fondos para ayudarles a poner en marcha la cooperativa; y en tres años y medio han atraído a 2.050 suscriptores, así como a cerca de 1.000 lectores que compran la revista en la calle. Trabajar en cooperativa Al igual que la cooperativa francesa, los socios de Alternativas Económicas decidieron crear una cooperativa de trabajo asociado, porque pensaron que era el mejor modelo por la forma en que les permite trabajar y preservar su libertad de expresión. “Por un lado, significa que podemos decidir qué poner en los contenidos, en lugar de que nos digan qué incluir, que es lo que suele ocurrir en las grandes empresas de comunicación propiedad de los grandes bancos, que es lo que vemos que ocurre hoy en España.
A menudo son los propietarios, es decir, los bancos, los que deciden en última instancia qué es noticia y qué no lo es”, continúa Rusiñol, que también es autor de Papel Mojado, un libro sobre la crisis de los periódicos. “El modelo cooperativo nos ayuda a garantizar nuestra independencia”. Hay otra cooperativa que se creó tras la quiebra de Público, La Marea, un periódico mensual que es una mezcla entre cooperativa de trabajo asociado y cooperativa de consumo (los lectores). Tienen 2.800 suscriptores y seis trabajadores que han trabajado duro para salvaguardar sus puestos de trabajo y luchar por la independencia.
La segunda condición de estas revistas de cooperativas de trabajo para preservar la libertad de expresión y la independencia es su política publicitaria. La Marea tiene un estricto código de conducta y no acepta muchos anuncios. Alternativas Económicas también elige cuidadosamente las empresas a las que permite poner anuncios en la revista, y asume que los anuncios nunca representarán más del 30% de sus ingresos. Hay más iniciativas cooperativas en el sector periodístico. Otro ejemplo es “El Critic”, un diario digital catalán creado en 2015 por tres periodistas con experiencia en medios de comunicación convencionales. Los socios del proyecto lo llaman “periodismo lento”, porque solo publican dos piezas largas al día (además de noticias de agencias). En un año han conseguido una audiencia de más de 1.000 suscriptores.
Autónomos Por último, los periodistas autónomos de Andalucía se unieron para crear “Se buscan periodistas”. La sociedad ofrece servicios comunes a todos los socios y es una forma de unirse para buscar conjuntamente mejores soluciones a los problemas cotidianos, en lugar de que los periodistas tengan que buscar soluciones por su cuenta.