Textil Puerto Sauce, hilando la esperanza de una comunidad
12 de mayo de 2016
La cooperativa Puerto Sauce es una empresa recuperada, dedicada al mundo textil, y pieza central de empleo en el pequeño pueblo uruguayo de Juan Lacaze, en la localidad de Colonia. Recientemente, la empresa obtuvo un préstamo del Fondo de Desarrollo (Fondes), organismo del Estado uruguayo creado para sostener proyectos productivos gestionados por sus trabajadores. La fábrica recibirá una partida inicial de 600 mil dólares y el resto -más de un millón- se entregará conforme vaya cumpliendo las etapas y metas establecidas en el proyecto.
Conformada por 100 trabajadores, los obreros de Textil Puerto Sauce la recuperaron en 2014 para comenzar a producir. Se dedican a la elaboración de telas cardadas, bufandas, hilados y frazadas. Hoy la fábrica genera unos 29 mil metros de tela al mes y pretende llegar a 35 mil para lograr un nivel sustentable. “El primer objetivo es coordinar en conjunto y trabajar para enmendar las debilidades que tenemos. Creemos que la industria textil puede ser rentable”, afirma Johnny Solahegui, presidente de la cooperativa. “No queremos una empresa para llegar a jubilarnos, sino una empresa en la que puedan reflejarse nuestros hijos y nietos. Darles esa certeza de trabajo, aunque por ahora tan sólo sean 100 puestos”, agrega.
La historia de un pueblo
Juan Lacaze tiene apenas unos 14.000 habitantes. El pueblo se ha caracterizado históricamente por una fuerte impronta industrial, principalmente por el peso de sus dos grandes fábricas, FANAPEL (1898) y Campomar (1906), de producción de papel y textil respectivamente, fuentes de trabajo de gran parte de su comunidad.
En 1993 más de mil personas quedaron sin trabajo tras el cierre de Campomar, pero la fábrica reabriría al año siguiente, a través de la Corporación Nacional para el Desarrollo, bajo el nombre Agolan. Veinte años más tarde, y en paralelo a serias dificultades de FANAPEL, que redujo más de un centenar de puestos de trabajo, Agolan fue a la quiebra y cerró de forma abrupta.
Tras este nuevo cierre, el sindicato de los textiles impulsó un proyecto para constituirse como cooperativa y recuperar la fábrica. Durante más de un año los textiles lacazinos sobrevivieron con un exiguo seguro de paro, cuyo monto se iba reduciendo a medida que vencían los períodos de otorgamiento de ese beneficio. Tras un sinfín de idas y vueltas entre Juan Lacaze y Montevideo e incontables negociaciones entre los dirigentes textiles y las diferentes autoridades públicas, algunas de ellas cargadas de tensión, el emprendimiento cooperativo comenzó a avanzar. El objetivo de los obreros lacazinos era retomar la tarea que ellos y sus antecesores habían desarrollado a lo largo de la historia de la ciudad, volverla en una actividad viable y poder legar el emprendimiento a las generaciones venideras.
Para Mariana Castro, directiva de la cooperativa, el principal objetivo de Textil Puerto Sauce es el trabajo que genera, aunque subraya los desafíos que implica la apuesta por la autogestión. “En Juan Lacaze hay muchas deficiencias de trabajo. Somos un pueblo muy fabril, lo único que sabemos es venir a trabajar y cumplir 8 horas como antes, con un patrón… pero ahora tenemos que cambiar la cabeza, hacer los esfuerzos y tomar este desafío con seriedad, sino no hubiéramos estado un año y medio trabajando casi sin dinero”.
Castro considera que con este proyecto se pretende dejar un legado para la comunidad de Juan Lacaze. “Somos textiles. Trabajé 10 años en Campomar, que cerró de un día para el otro. Al año y poquito abrió Agolan y en 2013 cerró también de forma abrupta. Fue otro golpe importante. Entonces un grupo de compañeros junto con el sindicato de Agolan tuvo la inquietud de formar una cooperativa. El pueblo se construyó alrededor de la fábrica. Lo que nosotros estamos tratando de hacer es que esto siga viviendo, que esta fábrica siga funcionando como hace muchos años.”